2 de mayo de 2016

Qué hago aquí si soy de Elche

¿Qué hay bajo el suelo que te sustenta? ¿Cómo es que tiembla inestable y vacilante? Este grito de sangre inflamada saliendo de los orificios. Una acción contraria que quema las puntas de tus dedos. Algo de lo que escapar. Sopa derramada sobre el mantel. La broma cósmica a la que no encuentras lógica o la gran cagada comunitaria. Refugios o paréntesis donde guardar detalles difíciles de gestionar. Que tampoco es esto pues hay risa, hay cariño, hay esa manera extraña de sentirse en casa. Día festivo para coser y comer fuera pues no puedes rascar en una nevera moribunda. Esto no lo consigues tú ni con un piano sonando melodioso. Recuerdas haber dormido una miseria. Como si tuvieses criaturas a las que amamantar durante la madrugada. Pero esto no es ser honesto. Se acerca más un sillón colorado o una hamburguesa demasiado hecha. Que debes reconocer tu contradicción. Como reconoces una casa que hace tiempo que no visitas.  

Parte 2: Uñas de anarquista
Esta corriente de inspiración.
Un poema rescrito, la puerta por la que sales.
Un nudo al que te abrazas.
No utilizar aquella palabra. Ciertas palabras.
El significado nuevo del poema que funciona como espejo.
Estar a gusto en un zarzal. Hacer ciertas indagaciones.
La puerta medio entornada. El mantel de la mesa.
Doscientos metros cuadrados de locura.

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