28 de marzo de 2016

Ritual

La noche del cementerio con la claridad de la primera luna llena. Las estrellas derramadas por los sembrados para alinearse al camino único del porvenir. Tintinean las luces y se mueven caprichosas como una lluvia del cielo. Un trayecto apoyado por los tuyos: Un camino hacia la muerte, un simulacro gravado en tierra blanda. Un homenaje al pasado que te conecta de forma directa con quien antes caminaron estos campos. Este árbol que enlaza sus raíces contigo aún cuando la tecnología pretende que seas individuo. El amanecer que muestra este surco orgulloso como un caramelo para la historia.

Parte 2: Prueba
Este calor del arrope.
La naturaleza con su esplendor magnético.
Conjugar asfalto con el ladrido de los perros. Ser novia y ex. Estar regañados. Lo mismo esto que te hacen un bombo.
El sol que a las 16 horas pica en las cabezas.
La pradera en la que te tumbas con su advertencia posterior de frío en los huesos.
Las fiestas, sus ritos y la naturaleza como maestra de ceremonias.
La silueta que se desdibuja en la nocturnidad del aguacero.
Querer quedarse sola ante la noche que no amanece.

Parte 3: Declive de un monte
De verde se nutre el campo.
Los rayos solares que iluminan los pasos.
El pájaro que canta dulce ante el camino mil veces recorrido.
El silencio de lo natural como una vuelta al germen, la raíz que brota.
El murmullo del riachuelo que presupones cercano. La alegría de lo simple mientras una esfera imaginada se completa. Se mecen las ramas con todos los árboles florecidos.

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