26 de julio de 2010

De las cosas que no me gustan: Fantasmas e interrogantes


La vida está llena de momentos altos y bajos.Eso nos ocurre a todos y no es difícil sentirse identificado ante tal cosa.Con frecuencia y cuanto más leo y descubro autores nuevos, músicos y artistas más me ocurre la temida pregunta: ¿Que aportan mis reflexiones? La verborrea mental que mantiene mi cerebro desde el comienzo de mis días me impide dejar de escribir y expresarme.Pero nunca sé hasta que punto eso puede servirle a terceras personas.

Crear un estilo propio es un tema harto complicado.Primero están las influencias:Lo que has leído y te ha cautivado, la belleza de la música a la que nunca alcanzaras con las letras y así una lista interminable de obras que se te ha adelantado.Dándote pautas de por donde puedes ir y a la vez cerrándote el paso con lo ya creado.Ante está situación me bloqueo y tiendo a infravalorar mi trabajo.Comienzo a pensar que las inquietudes que me llevan a las letras sólo sirven para calmar mis ansiedades. Entonces, repaso mis cuadernos y nada es suficiente bueno para ser públicado.Por suerte este estado abrumador es momentáneo por desgracia también es intermitente.


Cuando escribes te expones.Y eso en algunas ocasiones asusta.Haciéndote sentir vulnerable y aturdida.Conozco a alguien que siempre aplaude mi capacidad para rellenar cuadernos.Habla de la facilidad con que lo hago.Me gustaría que comprendiese lo complejo que resulta en ocasiones juntar palabras para expresarse.¿Y cómo esto puede interesar a otros? Me imagino a otras cabezas pensantes anteriores o coetáneas en la difícil tarea de crear.Porque estas actividades siempre van a más. Siempre necesitas añadir un dato nuevo o una observación diferente y nadie te dice ni nada te hace sospechar que dejaras de hacerlo en algún momento de tu vida.Es una construcción interna que no deja de aflorar y que no tienes la menor idea de adonde te lleva.¿Cómo no sentir desconcierto?

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